El momento vivido en instalaciones del Club Bell, fue el broche de oro para una mañana histórica, en la que Bell Ville tuvo el orgullo de cobijar a la emblemática figura de Mario Alberto Kempes como hijo pródigo y leyenda viviente del fútbol mundial.
Este acontecimiento en un Polideportivo Tito Proietti colmado de bellvillenses, tuvo un primer espacio para una serie de reconocimientos y entrega de obsequios. Luego se avanzó en un diálogo que, previo a recuerdos que fue dejando Mario de aquellas jornadas inolvidables de 1978 y sus sentimientos de como las disfruta y vive en el presente, tuvo su eje central en mensajes que procuraron estimular el porvenir de las nuevas generaciones.
Ante un auditorio repleto de niñez y juventud, el ídolo remarcó en primer lugar el valor fundamental del estudio a la par de cualquier inclinación deportiva o vocacional, respaldando esta mirada con ricas vivencias personales.
En sus reflexiones, “Marito” profundizó al respecto, considerando a la familia como un puntal clave para afrontar o sostener cualquier proyecto personal.
Alertó sobre los riesgos de la fama y las dificultades que ésta plantea si no se tienen estos valores como respaldos, perdiendo cuestiones importantes de la vida, en las que incluyó también a las amistades duraderas y las que provienen de la infancia.
En tal sentido, un momento gratificante para todos fue cuando expresó con un marcado nudo en la garganta que, pese a la ausencia y la distancia con sus viejos amigos, “yo vengo acá y la puerta de la familia está siempre abierta, vengo a Bell Ville y me siento en casa”, siendo acompañada su evidente emoción por un aplauso del público que sirvió más que nada de abrazo afectuoso, para la sencillez de un ídolo a punto de sentir que se le escapaba una lagrima.